martes, 23 de abril de 2013

IV Ruta de las Fortalezas 20/4/13.

Que no estoy en mí mejor momento de forma, es evidente, que las carreras por monte no son mí especialidad, es más evidente todavía, sin embargo, cuando 20 días antes de la carrera me llamaron y me dijeron que había un dorsal disponible y que sí quería correr por primera vez La Ruta de Las Fortalezas, sin dudarlo un instante mí respuesta fue un sí rotundo. Quizás me esté convirtiendo en un insensato o esté forzando mí cuerpo más de lo que debiera pero la verdad es que hoy, unos días después y con todo el cuerpo aún dolorido, no me arrepiento en absoluto de la decisión tomada, es más, el año que viene pienso repetir.


Dicho esto, me gustaría manifestar aquí, bien alto y claro, que vivo en una ciudad impresionante, me ha costado mucho darme cuenta (51 km en concreto) pero así es. Seguramente sea algo generalizado el hecho de apreciar poco lo propio y mucho lo ajeno, al menos a mí me pasa, lo reconozco, pero La Ruta de las Fortalezas es la carrera más dura y a la vez bonita que jamás he corrido y puedo decir que ya he corrido un número considerable, tanto dentro como fuera de la Región  de Murcia, lugares como San Julián o Galeras, con el Mar Mediterráneo imponente a un lado y la Trimilenaria  ciudad de Cartagena al otro, son un auténtico deleite para los sentidos.


A las 8h de la mañana de un 20 de Abril de 2013 (y no del 90 como dice la canción), tras una emocionante izada de bandera y un más emocionante y sentido minuto de silencio por las víctimas del maratón de Boston, 3.500 corredores iniciamos esta loca aventura consistente en recorrer, ni más ni menos, que 51 kilómetros subiendo y bajando las principales fortalezas que antaño protegieron la ciudad de Cartagena.

                  

El primer tramo que nos esperaba por delante consistía en subir el Monte Calvario, el Castillo de San Julián y el Castillo de La Concepción, sólo esto ya hubiese sido más que suficiente para demostrar la dureza de la prueba, sin embargo, no era más que el principio de una larga historia. El Monte Calvario, dominado por la ermita del mismo nombre y donde reside la Virgen de la Soledad del Monte Calvario, era el primero de los importantes obstáculos. Desde la salida hasta el inicio de las rampas decidí ir a ritmo muy suave, consciente de todo lo que faltaba por delante, el Monte Calvario es casi imposible subirlo corriendo, no sólo por las empinadas cuestas que tiene, sino por el hecho de que, al ser el primero, todos llegamos muy frescos y juntitos, formándose un importante atasco, tocaba ponerse a la cola y subirlo a ritmo, en poco más de media hora ya estábamos arriba, de momento todo perfecto.


Una muy pronunciada bajada y un par de kilómetros de llaneo, que se agradecieron bastante, me dejaron a los pies de la segunda fortaleza, El Castillo de San Julián, del siglo XVIII y al que durante la Guerra Civil Española se le llegó a dar el uso de prisión militar. Mucho más tendido y largo que el Calvario, decidí subir corriendo hasta más o menos la mitad del trayecto, seguía encontrándome bien de fuerzas y quería ganarle unos minutos al crono, el último tramo mucho más duro sí lo hice andando, cruzándome con los que ya bajaban a un ritmo muy superior al mío.


La bajada del Castillo de San Julián la hicimos por la parte de atrás, un terreno un tanto peligroso donde había que ir en fila de uno, hasta la playa de cala cortina, allí  nos esperaba un sustentoso avituallamiento, plátanos, naranjas, barritas energéticas, agua, bebidas isotónicas, no faltaba de nada. Aproveché para hidratarme y comer  bien, quedaba una tirada larga hasta el Castillo de La Concepción.


El Castillo de La Concepción o Castillo de Los Patos, como se conoce en Cartagena, llegaba después de tener que afrontar corriendo un buen tramo rompepiernas, con bajadas y subidas que me fueron castigando cada vez más, empezaba a notar los primeros síntomas de debilidad, iba ya cargado muscularmente y esto no había hecho más que empezar. Nos esperaba una segunda etapa de la carrera, si cabe más dura por el cansancio acumulado, con las subidas a la batería de Fajardo y al Castillo de Galeras.


Otro buen tirón corriendo hasta el inicio de las primeras rampas compartidas por ambas fortalezas, llegué a Fajardo muy fatigado, debí de andar algo más pero me dejé llevar y corrí demasiado durante los kilómetros previos sobre asfalto. En la cima de Fajardo había un nuevo avituallamiento bastante completo, hasta un donuts me comí, más platano, más naranja y a descansar unos minutos, enseguida me dí cuenta que la gasolina se me estaba acabando antes de la cuenta y el final se iba hacer duro, muy duro.


En el Castillo de Galeras, otro de los fortines más emblemáticos de la ciudad portuaria, la cosa fue aún peor, ni siquiera intenté correr durante algún tramo, decidí subirlo andando a ver si a la bajada conseguía reponerme para la parte final de la carrera. El plan salió bien a medias, bajé aceptablemente Galeras pero un nuevo tirón largo de carrera  hasta llegar al Estadio Carthagonova me terminó de rematar, el reloj empezó a no importarme y los momentos más críticos para mí estarían a punto de llegar.


Al salir del punto de control situado en el Estadio Carthagonova, y con la última etapa de la Ruta todavía por llegar, las fortalezas de Atalaya y Roldán, las más duras y complicadas, hablé con Miguel Ángel, mí compañero de fatigas hasta ese momento y quedamos en que él, que iba mucho más fresco, se fuera hacia delante, yo seguiría andando hasta el inicio de La Atalaya a la espera de recuperarme de la pájara. La subida a La Atalaya desde abajo daba miedo verla, no podía con mis piernas y tenía que subir hasta allí arriba, durante unos segundos pensé incluso en la retirada pero dicho pensamiento se esfumó velozmente, saqué fuerzas de donde ya no las tenía y para arriba, me había metido en esta aventura y el Corredor Nocturno nunca abandona.


Con mí llegada a la cima de La Atalaya, y después de pasar por los peores momentos de toda la prueba, comí otro nuevo trozo de plátano, algo de bebida isotónica y conseguí reponer fuerzas, sin tirar las campanas al vuelo, de repente empecé a encontrarme mejor y a tener mejores sensaciones, volví a mirar el reloj, el cual llevaba ya un tiempo abandonado y me dí cuenta que tampoco había perdido tanto tiempo y que el reto de bajar de las 7 horas seguía siendo factible. La bajada de La Atalaya y sobre todo la transición hasta El Roldán, por la carretera de Tentegorra, terminaron de recuperarme, al menos mentalmente, porque las piernas las tenía ya completamente machacadas.


Únicamente quedaba ya la guinda del pastel, la Batería de Roldán, la cima más alta de la prueba y la mas inaccesible,  llevaba justo 6 horas de carrera cuando enfilaba sus primeras rampas. Hasta la zona del mirador la subida es más o menos llevadera pero a partir de ahí, me esperaban un par de kilómetros de subida durísima, con algunos tramos muy técnicos, estando completamente exhausto. Una vez arriba, casi tuve ganas de llorar de la emoción pero aún quedaba la bajada, más complicada que la subida, un terreno resbaladizo y zigzagueante bastante propicio para caídas, a esas alturas de la prueba sin fuerzas ya, es complicado  dejarte caer hasta la llegada como me hubiese gustado, teniendo que hacer un esfuerzo extra más y cruzar la línea de meta corriendo en un tiempo oficial de 6 horas y 56 minutos. Objetivo logrado, en mí primera participación, estando bajo de forma y en un terreno que para nada es el mío, conseguí parar el reloj por debajo de las siete horas.


En definitiva, y perdón por extenderme tanto pero casi 7 horas de carrera dan para mucho, una experiencia inolvidable, con una organización perfecta que justifica con creces el precio de la inscripción y altamente recomendable para los amantes del Trail. El año que viene espero repetir, pero eso sí, ya me encargaré de llegar en mejor momento de forma para poder disfrutar al máximo.


Para terminar, agradecer al compañero de club Juanjo, a José Bernardo Marín y su "Revista Cartagena de Ley", a la página Fotoencuentros del Sureste y al amigo Joaquín Escudero, gracias por vuestra magníficas fotografías y sobre todo por dejarme usarlas..

Saludos y hasta la próxima!!.

miércoles, 10 de abril de 2013

MEDIA MARATÓN DE ELCHE, 07-04-13.

Tras una larga resaca maratoniana y una Semana Santa demasiada intensa y ocupada, llegaba a la Media Maratón de Elche, "La más antigua del Mundo", dato que desconocía por completo cuando formalicé mi inscripción y carrera elegida para volver a la competición tras un mes de Marzo en el que, por las causas alegadas anteriormente, no he podido encadenar más de tres entrenos de calidad seguidos.

                                     

El día no empezaba bien, circunstancia premonitoria de lo que ocurriría antes y durante la carrera. Por problemas de logística, que no vienen al caso detallar, salí de Cartagena con más de una hora de retraso sobre la hora prevista, tocaba empezar a correr antes de tiempo. La llegada a la ciudad de Elche fué mucho peor, me equivoqué al salir de la Autovía, entrando por la parte totalmente opuesta a la zona de salida, quedaban 10 minutos para comenzar la carrera y yo aún me encontraba buscando aparcamiento, sin recoger el dorsal, sin poder calentar..en definitiva, agobio total.

Afortunadamente, en la línea de salida se encontraba Miguel Ángel, mi fiel amigo y compañero de batallas, tirando de móvil conseguimos acordar que él recogiera mí dorsal y me esperara para dármelo. A las 9:55 horas, y por obra y gracia del Espíritu Santo, conseguí aparcar y corriendo a ritmo de 5 kilómetros llegué, el último y de milagro pero llegué, también de milagro recogí el dorsal y a las 10 horas en punto estaba listo y preparado, junto a casi 3000 corredores más, para empezar a correr, sin embargo, tantas emociones me pasarían factura.


La carrera además no acompañaba, me la habían "vendido" como una carrera llana y rápida, pero posteriormente pude comprobar que me habían informado erróneamente, el recorrido era completamente rompepiernas, subidas no muy pronunciadas pero de las que se clavan, se intercalaban continuamente con bajadas, en un bonito trazado que rodeaba el Centro Histórico de Elche y sus extensos palmerales patrimonio de la Humanidad. Esta foto es bastante representativa de lo que estoy comentando.


Llegaba muy justo de forma, a esto debo añadir el duro entrenamiento realizado dos días antes de la carrera y preparatorio para la Ruta de las Fortalezas del próximo día 20 de Abril, en el que tanto el compañero Miguel Ángel como yo, nos mojamos de lo lindo subiendo el San Julián, con frío, viento y lluvia, poco nos faltó para coger una buena pulmonía. Dadas las circunstancias, tenía claro que la Media Maratón de Elche me la iba a tomar como un mero entrenamiento más pero la verdad es que lo pasé mal, muy mal, tanto muscularmente como de cabeza andaba completamente bloqueado y hacía mucho tiempo que no sufría tanto en una Media.


Durante los 10 primeros kilómetros mantuve un ritmo que oscilaba entre los 4:50 y 5 minutos el kilómetro, pero pronto empecé a notar que no lo iba a pasar bien y que la carrera se me iba hacer eterna, las piernas cada vez me pesaban más y no conseguía encontrar la cadencia adecuada. A pesar de esto, durante el siguiente tramo, sobre los kilómetros 11 a 15 tuve una pequeña resurreción, llegando incluso a rodar algún kilómetro a 4:20.

Lo peor estaba por llegar, un poco antes del kilómetro 17, el trazado de la prueba nos hacía pasar nuevamente por la línea de llegada, en ese momento el tío del mazo me pegó y de lleno, casi peor que el famoso "Muro" del Maratón, con una pájara descomunal tenía que afrontar el último cinco mil de la prueba. En ese momento, apareció un Ángel de la Guarda, con una camiseta del Club Maratón Cartagena y respondiendo al nombre de Miguel Ángel Payá Suarez, que a pesar de ir también castigado, iba mucho más fresco y ligero que yo, su ánimo y apoyo fue fundamental para conseguir llegar a meta en unas condiciones dignas. Con un tiempo real de 1 h 44 m y 57 s crucé la meta.


Ejemplos así, son la muestra de valores como el compañerismo o  la solidaridad que me hacen amar tanto este deporte, todos podemos pasar un muy mal día pero ahí estará tu compañero para ayudarte, para darte ese aliento que te falta cuando tus piernas ya no van...gracias amigo!


Saludos....

martes, 2 de abril de 2013

El Corredor Nocturno y su Semana Santa...

Aunque me parezca mentira, durante las últimas dos semanas, he conseguido desconectar completamente de todo lo que rodea al mundillo del running y sus carreras populares, para centrarme exclusivamente en el disfrute de la Semana Santa de mí ciudad, Cartagena. Como podréis entender, para mí, la Semana Santa de Cartagena es la mejor y más bonita Semana Santa de España y del mundo, y no debo de ser yo el único que piense esto, ya que no hace muchos años, fue declarada de interés turístico internacional.


En mí caso personal,  me viene de cuna, fueron mis padres los que desde bien pequeño me metieron el gusanillo de todo lo que rodea al procesionista, acrecentándose posteriormente con los años, dada mi condición de creyente, años en los que mí formación como cofrade se vio completada, así como mi participación en los distintos desfiles que procesiona mí cofradia, Los Marrajos, como somos conocidos mundialmente. A través de estas líneas, muy alejadas de los temas que normalmente suelo tratar, quiero transmitir y dar a conocer a todos los lectores de este blog, de fuera y dentro de Cartagena, mi devoción y pasión por la Semana Santa de Cartagena.

En Cartagena, la Semana Santa es especial y  no comienza el Domingo de Ramos, como en la mayoría de lugares del mundo, sino en la madrugada del Viernes de Dolores, día grande cartagenero y de nuestra patrona la Virgen de la Caridad. Hoy día, aún hay muchos que no saben que en dicha madrugada,  se celebra en Cartagena el primer via crucis penitencial de España, a cargo de la Cofradía del Cristo del Socorro. Tengo la suerte de participar en dicho via crucis desde el año 1996, portando al Cristo del Socorro por las calles más antiguas del centro de Cartagena.


El Lunes Santo sería el día elegido para mi segunda participación en los cortejos pasionales, en este caso como nazareno marrajo en la conocida popularmente como Procesión de las Promesas, de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno (Marrajos). Me acompañaría mí hijo, al que ya le estoy inculcando el sentimiento por nuestras procesiones, como hicieron conmigo en su día. Él aún no se entera de nada pero el lavado de cerebro ya ha empezado jeje...


La tercera sería la madrugada marraja del Viernes Santo, la famosa "noche del encuentro", la procesión más antigua de toda la Semana Santa y que este año conmemoraba su 350 aniversario. Es la noche más importante para mí agrupación, la Agrupación de "El Jesús", titular de la cofradía Marraja, y que procesiona a la imagen del Nazareno en la calle de la Amargura hacia el encuentro con su madre la Virgen María. Desde el año 1983, con sólo 5 años de edad, vengo participando en esta procesión, tanto de nazareno, monaguillo, capirote y ahora como portapasos, 30 años sin faltar a la cita ni una sola vez.



El Viernes Santo, día grande Marrajo, pone su broche final con la solemne y mas grande de las procesiones marrajas, la Procesión del Santo Entierro. Nuevamente mi agrupación volvió a sacar sus mejores galas a la calle, en esta ocasión, y después de 22 años cogiendo un hachote, me estrenaba como Hermano Vara del Tercio de "El Jesús". Para aquellos que no entiendan esta figura, decir que el Hermano Vara es aquel capirote que por experiencia y conocimientos técnicos del desfile llega a este puesto para controlar al resto de penitentes de un tercio durante el desfile, entre sus variadas tareas podría mencionar las de marcar curvas, rectificar distancias, arreglar capuces y en definitiva ser uno de los responsables del buen o mal desfile del tercio en la calle, un cargo de responsabilidad y compromiso que he desempeñado con ilusión y ganas.


Por último, el Sábado Santo, los Marrajos nos despedíamos de las procesiones con la Procesión de la Veracruz, nuevamente y por quinta vez,  participe en dicho desfile como miembro de la Junta Directiva de mí agrupación y acompañando al Presidente de la misma.


En definitiva, y para todos aquellos que no conozcáis la Semana Santa de Cartagena, creo que estáis tardando en venir un día y contemplar cualquiera de los 11 desfiles que salen a la calle, todos y cada uno de ellos tiene algo especial, el orden, la luz, la flor, la música, son los principales valores de una Semana Santa única e incomparable en toda la geografía española,  y sino, a las siguientes imágenes me remito:




Saludos.....